Al producirse una disfunción en la barrera de la piel se genera sequedad, esto permite que irritantes ambientales o gérmenes sensibilicen al sistema de defensas de la piel, provocando inflamación.
Esto lleva a irritación, picazón y rascado de la piel, dañándola y alterando más su función de barrera y aumentando el riesgo de sobreinfección.