Se presenta en aproximadamente el 10% de la población mundial. En Argentina no tenemos datos suficientes sobre su frecuencia, pero sabemos que es un motivo habitual de consulta en Dermatología.
Es mucho más frecuente en los niños, aproximadamente el 85% de los pacientes presentan las primeras manifestaciones de la enfermedad antes de los 5 años de vida, pero puede afectar también adolescentes y adultos.
En muchos casos la enfermedad, que comienza en la infancia, afecta a los pacientes sólo durante los primeros años de vida, pero en otros, puede persistir toda la vida. Algunos individuos desarrollan la enfermedad recién en la edad adulta (3-5%).
Es una patología que produce un gran impacto en la vida de las personas que la padecen, en su familia y en la sociedad en su conjunto. Especialmente los pacientes con enfermedad moderada a severa tienen dificultades para dormir y para realizar sus actividades cotidianas.
Cursa con períodos de brotes de mayor o menor intensidad, y otros de calma, esto depende de diversos factores, tanto propios de cada persona, como ambientales e incluso emocionales.
Su síntoma más impactante es el prurito o picazón.
Es importante recalcar que no es una enfermedad contagiosa.
Se encuentra dentro de un grupo de enfermedades llamadas "atópicas", que son alteraciones en la respuesta de las defensas en diferentes órganos, como piel, pulmones, nariz, ojos y sistema digestivo, todos aquellos que tienen contacto con el exterior.
El compromiso de estos otros órganos puede dar lugar a otras enfermedades como asma, rinitis, conjuntivitis atópica o alergias alimentarias. Estos cuadros se presentan en forma simultánea sólo en un bajo porcentaje de los pacientes.